Con presentación e introducción de Esteban Hernández, sobre el “Futuro del sindicalismo”, Unai Sordo planteó que el sindicalismo deberá encarar un futuro marcado por los avances tecnológicos y su aplicación al proceso productivo y los modelos de negocio, pero no podrá dejar de lado la atención a problemas más clásicos como el desempleo, la precariedad o la desigualdad, que no sólo no han desparecido del mundo del trabajo, sino que pueden intensificarse en la era de la digitalización.
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El sindicato tendrá, así, que combinar una acción sindical más clásica, con otra de vanguardia que dé respuesta a los desafíos del cambio tecnológico en un contexto nada fácil, marcado por la globalización y un cierto desencanto social en relación con el sentido y la función de la actuación sindical.
Ello lleva consigo la necesidad de recualificación de grandes capas de la población para que no pierdan la carrera frente a la tecnología desde el diferente impacto que tiene la ésta sobre el empleo, en función de su cualificación y sus rentas, con fuertes desigualdades en el mercado de trabajo y en el conjunto de la sociedad.
Estos retos que conlleva desde la perspectiva sindical la revolución tecnológica llegan en un momento en el que el sindicalismo está debilitado por la creciente heterogeneidad de la población trabajadora y, por ello mismo, la creciente dificultad de responder con una acción sindical unitaria a intereses de los trabajadores cada vez más divergentes; la globalización y, con ella, la intensificación de la competencia entre las empresas y la pulsión hacia la descentralización y la desregulación como fórmulas para exacerbar la propia competencia entre los trabajadores; y la erosión de los compromisos políticos igualitarios.
También, por último, una articulación de formas de intervención internacional de los sindicatos es indispensable para enfrentar la globalización.
Unai lanzaba mensajes de esperanza señalando que no estamos tanto ante una crisis del sindicalismo, sino de un particular modo de hacer sindicalismo, que debe reforzar la acción sindical desde el sindicalismo confederal, con estructuras fuertes, y con impacto en el diálogo social, pero al mismo tiempo evitando el corporativismo y buscando fórmulas de recuperación de la acción en el terreno más directo del lugar de trabajo, con la máxima cercanía y abordando los problemas de falta de identidad laboral de muchos de los trabajadores y trabajadoras inmersos en la máxima precariedad o en los empleos de mínima retribución y cualificación.