El Bildungskunst de Isabel Carnicer

Julio César Abad Vidal[1]

 

Las imágenes que construye Isabel Carnicer (Madrid, 1958) son de una belleza delicada y sutil. Carentes de truculencia o dramatismo alguno, transmiten, como por ensalmo, una serena alegría. Escasamente conocida aún, su trayectoria se cimenta en la paciencia y el mimo. Su trabajo se erige, así, en un bálsamo en el marco dominante del hiperespectularizado mundo del arte contemporáneo, tan chabacano como inane. La obra de Carnicer acaricia nuestra mirada tantas veces agraviada, y transmite desde la modestia de sus formatos y sus recursos toda una lección que concita la memoria personal, el caos y el orden, el misterio y la belleza.

Carnicer es pulcra, metódica, y gusta de guardar cosas. Sus obras se constituyen en una suerte de autobiografía, si bien críptica para su espectador. En efecto, y al igual que ocurre en el género de la novela de formación (Bildungsroman), las obras de Carnicer vendrían a constituirse, si se nos permite, en un “arte de formación” (Bildungskunst). Cuidadosamente almacenadas, durante años Carnicer ha convivido en su hogar con lo que podríamos llamar “pruebas de vida”, testimonios de su curiosidad por el arte, cifrados en pigmentos, en materiales –así, por ejemplo, ocurre con los frascos con tintas de aerógrafo que adquirió hace tres décadas y que nunca llegó a emplear, un frasco de tinta azul para estilográfica, materias resucitadas recientemente para las creaciones que ahora muestra–, y testigos de su carrera en el diseño industrial y gráfico, emprendida a mediados de la década de 1980, tales como diversos recortes de distintos muestrarios de vinilos, etc.

El trabajo de Carnicer presenta, así, una naturaleza próxima al palimpsesto, una práctica que consiste en ofrecer diversos estratos escritos o gráficos sobre una misma superficie. Una estrategia íntimamente barroca, y en particular cara a los artistas que trabajan sobre la memoria personal o colectiva, sobre diversos episodios históricos, o sobre el propio lenguaje artístico. Muestra de ello es una serie pictórica en la que Carnicer ha pintado al acrílico sobre papel diversas obras que posteriormente ha rasgado, y cuyos restos procede a encolar, sin reconstruir su apariencia original, sobre lienzo o tableros de fibra de densidad media. En cualquier caso, el papel ha sido tratado con acrílico de modo monocromo, mas no plano. Los resultados, así, hacen convivir en una definitiva unidad los fragmentos de diferentes obras anteriores. Por otra parte, las tiras sobrantes no son despreciadas, sino que, como tantas otras cosas, son almacenadas para su recuperación, en ocasiones, mucho tiempo después.

Una de estas series, Sin título, integrada por estructuras modulares de idénticas dimensiones (24 x 16 cm c/u), realizada en 2009 al acrílico sobre papel rasgado a mano y encolado sobre lienzo, presenta, asimismo, un componente participativo para su espectador. Un ejercicio lúdico que consiste en la manipulación de aquel conjunto de sus diferentes imágenes, que presentan composiciones diagonales cromáticamente muy contrastadas, para ser dispuestas hasta formar diversos motivos geométricos tales como rombos, puntas de flecha u ordenaciones zigzagueantes…

                   

En ocasiones, los materiales rasgados proceden de fotografías. Carnicer mantiene junto a su trabajo pictórico y gráfico una producción fotográfica notable. Cultiva el ejercicio de una delicada fotografía urbana, capturando accidentes que establecen juegos visuales, u otras imágenes en las que reconoce su propio modo de componer sus obras. Así sucede, por ejemplo, en las imágenes de los troncos de árboles que se hallan en el Retiro y que sirven para cortar ramas, en las que ha descubierto heridas que replican la construcción de algunas de sus personales series pictóricas o gráficas.

 

Uno de estos trabajos, Estratos, 2006-2008[2] presenta una inequívoca referencia a la anatomía, concretamente de la propia artista, a través de fotografías transferidas a papel, más tarde desgarradas y tratadas con acrílico. Así, el tríptico Desnudo (2008; 150 x 155 cm), compuesto a partir de una imagen transferida a papel, que posteriormente ha sido rasgado a mano por la propia artista, y cuyos fragmentos han sido encolados sobre lienzo sin reconstruir la imagen original, consiste en un desnudo de la artista. Algunos de esos mismos fragmentos han sido resituados en una obra coetánea, pero de considerables menores dimensiones Estratos y cuerpos (2008; 40 x 40 cm). El motivo original queda irreconocible, empero, en ambos casos.

                   

Carnicer cultiva el collage con efectos embriagadores. Buen ejemplo de ello es su magnífica serie Collage, comenzada en 2018 y realizada mayoritariamente en 2019, integrada por un total de veinte obras sobre páginas arrancadas de una libreta y enmarcadas de modo homogéneo (de 33,5 x 25 cm)[3]. Con su particular gusto por los estratos, algunas de estas obras presentan dos capas, presentando la superior recortes geométricos a modo de ventanas, pero lo que se muestra a través de ellas en un papel en blanco. Otra serie presenta aparentes escisiones al modo de los cortes infringidos en el lienzo por Lucio Fontana, mas no lo son en realidad. Por el contrario, en el encolado de los materiales empleados, Carnicer ha provocado en su cesura continuada, una suerte de “herida”, como la ha bautizado. Un elemento con el que persigue ilustrar lo azaroso, lo ominoso, lo incontrolado en el aparente orden de nuestra existencia. Cicatrices con las que, muy gráficamente, Carnicer ha remitido a la expresión de lo que ocurre porque “estaba de Dios”, una expresión popular que solía escuchar a su abuela.

En la serie C, de un homogéneo formato, 21 x 12 cm c/u, realizada en 2018, Carnicer procede a una reordenación de fragmentos procedentes de una misma imagen. Partiendo de originales en técnica mixta, ofrecen en ocasiones configuraciones evocadoras de, por ejemplo, un tótem, o de un paisaje surreal (como ocurre en C-03). Empero, las más de las veces, Carnicer experimenta una ordenación geométrica que otorga una nueva unidad a los fragmentos escindidos (como en C-02 y C-04).

Asimismo, las obras de su hipnótica serie A, realizadas sobre papel en 2022, y ampliamente representadas en esta muestra, ofrecen un panorama de gran parte de las estrategias compositivas y técnicas señaladas, tales como el recurso al collage y a materiales encontrados (en este caso, celosamente conservados), si bien se encuentra en ellos una mayor profusión cromática que en las más de sus restantes series y desarrolla un dedálico sentido espacial que, en ocasiones, parece remitir a misteriosos planos, a fantásticos mapas.

Para concluir, afirmábamos que el trabajo de Carnicer concita y reúne el caos y el orden. Nos referimos con ello, en particular, a su procedimiento paciente, mediado, demorado, que estriba en la reunión de un componente provocado, accidental, al que sigue una ulterior recreación ordenadora. Esto resulta particularmente evidente en la serie B, realizada en 2022 con tinta estilográfica y grafito sobre papel canson, en ocasiones con aportaciones de collage, y en pequeño formato, por más que las dimensiones de las obras difieran entre sí. En esta fabulosa serie lo fundamental estriba en la recomposición mental que se ha obrado en ellas. En este caso, en lugar de proceder a una nueva construcción a partir de fragmentos, Isabel Carnicer dispone sobre el papel unas primeras manifestaciones marcadas por el azar, y, seguidamente, las estructura, dotándolas de una terminación de una serena belleza, de un delicado misterio. Cuánto puede lograrse, en verdad, con tan poco. El arte es, también, cultivar sin aspavientos los dones recibidos.

 

[1] Julio César Abad Vidal es Premio Extraordinario de Doctorado en Filosofía y Letras por la Universidad Autónoma de Madrid. Es Doctor en Filosofía –Área de Estética y Teoría de las Artes–, Licenciado en Historia del Arte y Licenciado en Estudios de Asia Oriental, asimismo por la UAM.

[2] La serie fue expuesta en mayo de 2008, junto a la serie escultórica Pétalos de Mireille Fombrum en la galería madrileña Alexandra Irigoyen.

[3] Carnicer presentó su serie Collage en La Pared Roja de La Fábrica, Madrid, entre el 13 de septiembre y el 28 de noviembre de 2018.

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